A pesar de que Humbug, el tercer trabajo de Arctic Monkeys, publicado en 2009, figura en muchas listas de «lo mejor del año», parece que ha habido algunos (fans y críticos incluidos), que no han asimilado con mucho entusiasmo esta nueva entrega de los chicos de Sheffield.
Algo de esto se ha podido respirar en los conciertos que la banda ha ofrecido recientemente en España, con una audiencia que mezclaba a adolescentes (británicos y españoles) y gente más adulta, con ganas de escuchar el disco menos acelerado de la banda inglesa. Sin duda sí que hay una diferencia rítmica entre sus dos primeros trabajos y el último, como si las canciones de éste fueran a cámara lenta. Aunque eso no significa que resultara de calidad inferior, ni mucho menos. La banda ahora con una entrega intensifica todo el repertorio, con una actitud muy profesional, a pesar de su juventud.
Todo ha ido muy rápido: primer disco con menos de 20 años, gran éxito de crítica y público, un segundo muy continuista y una última entrega más madura, más reflexionada. Efectivamente, pueden pisar el acelerador cuando quieran, pero puede ser que no lo quieran pisar siempre.
A destacar en su concierto de Barcelona: My Propeller, y las pocas incursiones de su disco de debut. Se les puede acusar de cierto estatismo escénico, aunque muchas veces queda compensado por la energía y la actitud de su batería, Matt Helders.
Habrá que seguirles la pista a estaos chavales (nunca mejor dicho). El problema que quizá exista, es que con una carrera tan fulgurante se quedan atrapados en el camino. Lo veremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario